VOGUE LIKE A PAINTING.
Del 30 de junio al 12 de octubre de 2015
El Museo Thyssen-Bornemisza acoge desde el 30 de junio la exposición fotográfica Vogue like a painting, una muestra con unas setenta imágenes de inspiración pictórica, procedentes de los archivos de la revista Vogue y realizadas por algunos de los fotógrafos más destacados de las últimas tres décadas.
Las fotografías de esta muestra se han seleccionado por tener las características que tradicionalmente se atribuyen a la pintura. En algunas se utiliza el relieve escultórico y en otras la luz tiene una factura pictórica. Tenemos ejemplos del Renacimiento y el Rococó, pero quizás los mejores los hallamos entre los prerrafaelitas. Muchas de las imágenes seleccionadas nos hacen pensar en cuadros y artistas concretos: están aquí Vermeer, Hopper y Millais; Balthus, Van Eyck, Botticelli y Zurbarán; Degas, Sargent, Dalí, Hogarth, Rossetti y Magritte.
Algunas obras imitan géneros bien definidos; los retratos de grupo británicos del siglo XVIII, que son simbólicamente narrativos, o la mujer en deshabillé. Algunas ilustran de manera literal la idea central de la exposición con la presencia de la pintura en las modelos o reproduciendo texturas pictóricas como en las impresiones artesanales de Nick Knight, pero también hay referencias directas a piezas icónicas de la historia del arte como Girl with the pearl earing de Erwin Blumenfeld, versionando la famosa Joven de la perlade Vermeer, los bodegones de Grant Cornett o las instantáneas de Peter Lindbergh, inspiradas en cuadros de Ernst Ludwig Kirchner o Paul Gauguin. El hilo común que recorre toda la muestra es, como afirma su comisaria Debra Smith, una suerte de ralentización: “una atemporalidad en la pose de las modelos; una especie de lapso mental en el que todo está muy, muy quieto”.
La exposición está organizada en torno a los grandes géneros pictóricos, como son el retrato, el paisaje o los interiores, de manera que la herencia pictórica de la fotografía se percibe de forma aún más evidente. El visitante podrá dejarse seducir por Irving Penn, maestro de las líneas puras y de lo exquisito; Annie Leibovitz, icono y retratista oficial de iconos; Peter Lindbergh, señor del drama en blanco y negro; Paolo Roversi, retratista de lo puro; Mario Testino, dueño de la luz; la teatralidad de Tim Walker y la llamada de la fuerza de Mert Alas y Marcus Piggott; Patrick Demarchelier, el verdadero clásico, siempre deseado; Steven Klein y su visión cinematográfica de la fotografía de moda; los colores y la espontaneidad de Sheila Metzner; Nick Knighty sus imágenes todopoderosas; la magia sorprendente de David Sims y Deborah Turbeville, la mujer que mejor captó el alma de las mujeres; la carga sugestiva de Camilla Akrans; el magnetismo de Glen Luchtford; Michael Thompson, fotógrafo del alma; Erwin Olafy su mirada contemporánea; Erwin Blumenfeld, un visionario y autor de las portadas más icónicas de Vogue; Mariano Vivanco y su calidez y energía; William Klein,el fotógrafo de las emociones; Yelena Yemchuk y su visión moderna y delicada; la técnica perfecta de Cecil Beaton; Edward Steicheny su impecable equilibrio entre misterio y belleza; la delicadeza de Clifford Coffin; la visión adelantada de Horst P. Horst y David Seidner y su espíritu tradicional, tan moderno. Yolanda Sacristán, directora de Vogue España, explica que “fue Vogue la precursora de la fotografía de moda cuando, ya en la década de 1920, empezó a reemplazar sus portadas ilustradas por imágenes de artistas tan revolucionarios como Edward Steichen, quien llevaba desde 1911 experimentando con el retrato de moda. Fue él mismo junto con otros grandes colaboradores de Vogue -Cecil Beaton, Horst P. Horst e Irving Penn, principalmente- quienes transformaron el género en una forma de arte excepcional, sentando las bases de la fotografía moderna”.
Cecil Beaton (1904-1980) no sólo creó un nuevo modo de fotografiar sino una nueva forma de mirar la moda como objeto pictórico. La imagen, el trabajo de composición, la iluminación y el trabajo de laboratorio para los retoques posteriores (en esa maravillosa época de luces de ampliadora, olores químicos, bandejas y cuartos oscuros antes de la llegada de photoshop) convirtieron cada imagen en un cuidadísimo trabajo artesanal y cada portada de Vogue o Vanity Fair en una fotografía de colección. Su trabajo como diseñador de decorados y vestuario le llevó a obtener el oscar al mejor diseño de vestuario en 1959 por My Fair Lady and Gigi, película dirigida por Minelli con música de Frederick Loewe, dirigida por André Previn. Cine, fotografía, diseño de moda y pintura. Sus imágenes como reportero en la II Guerra Mundial para LIFE llevaron el corazón del conflicto hasta el centro de miles de hogares norteamericanos.
Horst P. Horst (1906- 1999) Comienza a trabajar para Vogue francés en 1931. Su procedencia ligada a la arquitectura y a las vanguardias parisinas de los años 20 le colocó al lado de Le Corbusier o del fotógrafo de Vogue George Hoyningen-Huene le confieren un estilo muy personal en el que el diseño geométrico, la cuidada composición, la disposición de luces y sombras y la milimétrica (y en ocasiones obsesiva ) colocación de la modelo crean un ambiente que en palabras de Bruce Weber «te coloca en otro mundo, un mundo extremadamente bello donde es inevitable enamorarse de la modelo y de la atmósfera que respira». Ciudadano norteamericano en 1941, al igual que Beaton se enrolará en el ejército en 1943 para cubrir la II Guerra Mundial como reportero. A partir de los años 50 creará su trabajo más original dentro de esa línea mágica de formas estilizadas, geometrías perfectas y ambientaciones mágicas. En los 60 volverá a trabajar para Vogue y en los 90 volverá a las primeras planas con el excelente trabajo de fotografía que realizó para el video «Vogue» de Madonna.
David Seidner (1957- 1999) El trabajo de Seidner es quizás el que está más ligado a la pintura en este breve repaso de la relación entre estas dos disciplinas. Fotógrafo de éxito precoz, publica su primera portada a los 19 años y su primera exposición a los 21, trabajó para Harper’s Bazaar, Harper’s & Queen, The New York Times Magazine, Vanity Fair y la edición Internacional de Vogue en los años 90. En su faceta de fotógrafo de moda estuvo a las órdenes de Yves St. Laurent, Chanel, Ungaro o Valentino con un trabajo de fragmentación de la imagen y la luz inspirado en la música minimalista de John Cage. Formado en la influencia de la Grecia clásica en sus series de «Desnudos» utilizará técnicas escultóricas como el «contrapposto» o las iluminaciones duras para realzar la geometría de las formas retratadas. El estudio de la pintura de John Singer Sargent y de Ingres le permitió combinar la fotografía en color con las técnicas heredadas del retrato de estos dos pintores del XIX. Sus últimos trabajos sobre temas florales «Orquídeas» le permitieron explorar todas las posibilidades del abstracto llevado a la fotografía, colores saturados y composiciones pictóricas para un fotógrafo que desgraciadamente falleció cuando aún le quedaba mucho que ofrecer al panorama de la imagen.
Pasado y presente de la fotografía, imágenes cuidadas que reivindican el trabajo que desde el estudio de la pintura han realizado innumerables fotógrafos dando entidad a un arte joven como es el de la fotografía frente a un arte atemporal como la pintura y que dignifican la importancia de aprender a mirar, «educar la mirada» así como la necesidad de comprender el pasado para avanzar en la creación.
También en Homonosapiens | VOGUE – Like a painting… Detenerse y Mirar
Fuente| VOGUE – Like a painting