Ser

Ser

Todo aquel que vive la filosofía como una búsqueda de la verdad, de una verdad no meramente teórica (especulativa) sino, sobre todo, transformadora, habla de un modo u otro de «virtud». No se refieren a una adhesión moralista a algún código religioso, político o social, sino de entrar en contacto con la propia virtus, la propia esencia, la potencia creadora más radical que poseemos.

Se trata de Ser, no de ser rico, poderoso, culto, guapo, etc., sino de Ser sin adjetivos, ser plenamente humano. Muchas veces nos dedicamos a acumular conocimientos, experiencias, sensaciones…, y saltamos de unas a otras tan rápido que no llegamos a dar el paso fundamental de vivir las verdades que vamos vislumbrando. Ese paso requiere tiempo, introspección, estar atento a lo que nos pasa y a lo que nos hace sentir lo que nos pasa. Requiere vivir la propia vida, como decirlo…, con «mimo»: tener un cierto grado de sensibilidad, de curiosidad, cultivar una sana relación con uno mismo y crear relaciones interpersonales enriquecedoras. La prisa que nos trata de inculcar el mundo circundante no es amiga de vivir una vida con sentido ni permite vernos a nosotros mismos como filósofos, buscadores de la luz de la comprensión en cada paso del camino.

Nuestro mundo, y especialmente nuestras universidades, esta plagado de filósofos especulativos que se limitan a ofrecer un discurso sobre la realidad carente de vivencia y, por lo mismo, estéril. No es filósofo aquel que tiene un título de filosofía, sino aquel que busca honestamente la verdad y hace de ello un estilo de vida. Mónica Cavallé, doctora en Filosofía,  nos dice que un filósofo es el que escucha y da voz a la realidad, la suya no es filosofía especulativa sino sabiduría o filosofía sapiencial. Cavallé aclara que no es difícil reconocer cuándo nos hallamos ante una u otra filosofía.

Hay quien conoce movido por la curiosidad, y quien lo hace movido por una intensa sed. Se reconocen así: los conocimientos que transmite el primero satisfacen la curiosidad; los que transmite el segundo sacian la sed.

Decíamos antes que un filósofo sapiencial escucha y da voz a la realidad. El sabio ha comprendido, entre otras cosas porque la verdad percibida le ha transformado, y desde el corazón de ese conocimiento puede expresar de forma clara, coherente, entendible, esa verdad. Acercarse a la tradición como una forma de acercarse a la experiencia vital, al bagaje existencial de aquellos hombres y mujeres que nos han precedido siempre me ha parecido hermoso, incluso mágico, una inspiración de vida. Pero solo eso, una inspiración, pues nunca hay que olvidar que comprensión y explicación (aunque sea ofrecida por un hombre sabio) no son lo mismo. Como muy bien observó Alfred Korzybski[1] «un mapa no es el territorio que representa». El paso de vivir las verdades que vamos descubriendo no nos lo ahorra ninguna buena explicación, la comprensión sentida de que somos más allá de lo que hacemos es imposible de explicar, pero es la única forma de parar la necesidad vertiginosa de «hacer» y saborear la pureza de «ser».

 

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[1] Alfred Habdank Skarbek Korzybski (n. 3 de julio de 1879 en Varsovia, Polonia— m.1 de marzo de 1950 en Lakeville, Connecticut, Estados Unidos) es conocido sobre todo por desarrollar la teoría de la semántica general.

Categories: Pensar

About Author

Elena Machado Devis

Licenciada en Filosofía por la UNED, formada en Asesoramiento Filosófico por Mónica Cavallé Cruz, ejerce actualmente como asesora filosófica y como jefa de redacción de la revista “El mundo de Sophia”. Lleva el blog “Mil estrellas en el camino”: http://milestrellasenelcamino.blogspot.com.es. http://asesoramientofilosoficoelenamachado.com/asesoramiento-filosofico/

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