El Rock es probablemente el estilo musical más escuchado e influyente en la música contemporánea. No solo por su atractiva sencillez que normalmente se ha basado en una composición lógica de compases 4×4, sino también por la infinidad de ramas musicales a las que ha dado paso. El Rock nace en EE.UU en la década de los años 50, cuando gracias a la combinación de Rythm & Blues y Country se populariza el Rock & Roll.
Se puede por otro lado concebir el Rock como una esponja que en muchos casos ha servido de termómetro social, reflejando su evolución y temperatura a través también de sus influencias y descendientes. Además de nutrirse del Blues, el Folk, o el Jazz, el Rock a supuesto la base para la obra musical de renombrados artistas que tenían una identidad propia pero que nunca pudieron abandonar por completo la base rockera de sus canciones.
Una de las ramas del rock más singular es el Rock Progresivo. Se originó en Gran Bretaña en los años 60, por un lado como respuesta de los propios artistas contra la sencillez del Rock y el Pop más comercial pero por otro como manera de canalizar el descontento general resultado de acontecimientos como la coronación de una Reina desentendida de la realidad del pueblo o la crisis del petróleo un poco más tarde.
El “prog rock” acoge entonces una oleada creativa que se inclina por la vuelta a la complejidad de estilos anteriores como el jazz y la música clásica, introduciendo piezas musicales de mayor duración y riqueza en la composición. Se pretende llegar a un estadio musical nuevo que se desarrolla a través de la experimentación y búsqueda continua de estructuras y composiciones insólitas. “Nobody knew that rock musicians could play like that!”.
El gen progresivo se desarrolla inicialmente con fuerza en Londres y en la Escena de Canterbury. Músicos y bandas legendarias del prog rock como Yes, King Krimson, Pink Floyd o Soft Machine han alimentado la inspiración de quienes han llegado después y en otro contexto social y tecnológico han querido tomar su espíritu; hacer música conceptual que traspase los límites de lo convencional y vuelva a ofrecer una melodía nueva, cargada de sentido y horas de trabajo y estudio.
Los años sesenta y setenta nos dejaron ejemplos muy bien identificados del progresivo pero, ¿hasta dónde ha llegado la influencia de este género?
Propongo cinco canciones ordenadas cronológicamente que muestran la riqueza musical originaria del rock progresivo y su influencia y fundición futura con otros géneros.
“Mood for a Day” es una pieza sutil y refinada compuesta e interpretada por el guitarrista de Yes, Steve Howe en 1971. Difícil se hace usar palabras para hablar de esta canción. Un viaje dactilar por el mástil de una guitarra que tiene que estar muriéndose del gusto. Cada nota es un acierto y la ejecución es tan exacta que suena a medicina melódica.
“Dancing with the Moonlit Knight” de Génesis, 1973, es una canción de ocho minutos en los que se muestran extractos musicales de todo tipo. La voz de Peter Gabriel cantando una letra de crítica a la sociedad actual británica sirve de antesala a la parte más intensa y cargada de energía gracias en gran parte a la interpretación de Phill Collins. Todo un ejemplo del rock progresivo más puro.
De Gran Bretaña nos venimos a España para relacionar este género con el folclore sureño. Pata Negra incluye en su disco Guitarras Callejeras de 1990 la canción “La pata negra”. En casi nueve minutos con solo dos guitarras, Rafael y Raimundo Amador abusan del entendimiento y la cercanía del que lleva toda la vida tocando con su hermano. Flamenco abierto a influencias rockeras y blueseras que sitúan a los hermanos Amador como herederos pero también partícipes, del trabajo iniciado en España por pioneros del “rock andaluz” como Triana o Imán Califato Independiente. A mi juicio esto les coloca también en la escena progresiva.
Link a la canción: La pata negra
(no es fácil escuchar esta canción gratuitamente en Internet)
Siguiendo la ruta sureña, “El lanzador de cuchillos” (2011) del circense álbum de Glazz es una buena muestra de rock progresivo de vanguardia, un teatro musical con introducción, trama y desenlace. Probablemente habiendo mamado de las guitarras callejeras tanto como de los grupos británicos y estadounidenses, Glazz consigue refinar un estilo singular y difícil de clasificar entre el rock, el jazz y el flamenco que acaban vertiéndose en una base común de experimentación, improvisación y progresivo.
Para terminar nos transportamos al país de las oportunidades truncadas e intentaremos extasiarnos con una canción casi de orquesta; «Shofukan», de Snarky Puppy, 2014. Vientos, teclados, dos percusionistas, cuerdas de varios tipos y mucha concentración. Shofukan es un viaje musical a través de sonidos frescos y alegres donde el Groove y la elegancia se combinan sin caer en convencionalismos para dar a luz una forma de progresivo que continua atravesando límites más de medio siglo después de su aparición.
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