Imagen| Eniola Itohan
Oxford ha elegido “post-truth”, que se ha traducido al español con el prefijo abreviado, “posverdad”, neologismo del año 2016. Ciertamente vivimos en una época en la que parece que la verdad ha desaparecido de nuestro horizonte. Estamos continuamente conectados, bien a las redes sociales, al oráculo de Internet o a los móviles, de modo que percibimos la cambiante realidad de un mundo cada vez más líquido a través de estos medios. Y no hay manera de contrastar tanto bombardeo de información ni de comprobarla ni de verificarla. Por tanto, nuestros tiempos se podrían caracterizar por este nuevo término, “posverdad”.
Gianni Vattimo vio en los medios de comunicación de masas una explosión de la verdad absoluta y, en consecuencia, una liberación hacia un pluralismo religioso, moral, ideológico y político (sin pluralismo no hay democracia, pero con el pluralismo resulta muy complicado alcanzar consensos edificantes). Jean Baudrillard declaró irónicamente que “la guerra del Golfo no ha tenido lugar”, como si lo que apareciera en las pantallas estuviera más allá de la verdad, al tiempo que reflexionaba sobre nuestros tiempos con el concepto de “simulacro”.
<emMichel Foucault puso de manifiesto en sus genealogías y arqueologías que la verdad es una construcción socio-cultural de los juegos y relaciones de poder. Antes, un precursor de la postmodernidad, Nietzsche, había martilleado en Verdad y mentira en sentido extramoral el concepto de “verdad” al identificarlo con “un ejército móvil de metáforas, metonimias, antropomorfismos”. ¿Puede haber verdad sin uso del lenguaje? ¿Puede haber uso del lenguaje sin retórica, sin deseo de persuadir y someter o ejercer la voluntad de poder? Estamos en 1873. Todavía unos siglos antes, en 1611, un poeta metafísico, John Donne, intuyó el espíritu del tiempo en relación a la verdad al escribir: “Todo está resquebrajado; ya no queda coherencia; / todo es puro suministro y pura relación”.
posverdad” no parece que se trate de un fenómeno nuevo, aunque el engendro terminológico sí lo sea. A decir verdad, como se lee en el Eclesiastés, “nada nuevo hay bajo el sol”, al menos para aquellos que saben bucear en la historia, ese océano sin fondo. Sin embargo, ¿quiénes disponen actualmente de tiempo y conocimientos para sumergirse en la historia?
eclipse de la perspectiva histórica, dañada por el creciente desprestigio de las ciencias sociales y humanas y la tiranía de la inmediatez de los medios de intoxicación de masas. No obstante, la perspectiva histórica es imprescindible para comprender, relativizar, saber medir, adquirir la distancia justa y el juicio mesurado sobre los acontecimientos.
incesante búsqueda de la verdad.
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