Piratas ellas, piratas ellos y todos comunistas

Piratas ellas, piratas ellos y todos comunistas

Imagen |Eniola Ani Anthony

Raro será el castellano hablante de cualquier latitud que no sea capaz de repetir en ese tono saltimbanqui que en un niño resulta gracioso y patético en un adulto aquello de: con-diez-ca-ño-nes-por-banda-vien-to-en-po-pa-a-toda-ve-la-no-cor-ta-el-mar-sino-vue-la… provocando convulsiones en su tumba al ilustre y romántico José de Espronceda.

La difusión populista de iconos culturales es como la paja esparcida en un establo, los animales terminan meándose encima convirtiendo lo que en un principio era brillante y dorado en una amalgama infecta de excrementos malolientes.

Claro que solo son apariencias. El valor intrínseco de una obra no se ve afectado en absoluto por la utilización que de ella se hace. La obra permanece inalterable para aquellos que la saben interpretar y, por ende, para la casi eternidad.

Algo parecido ocurre con la Historia. A fuerza de repetir clichés sobre un determinado período histórico se termina este desvirtuando y el público  asimila una versión que nada o muy poco tiene que ver con la realidad.

La piratería y la historia de Roma son dos temas que han sido interpretados hasta la saciedad por el cine y la literatura obviando su realidad histórica por razones de todo tipo. Razones por otra parte absolutamente comprensibles. Las películas sobre piratas o romanos no pretenden atenerse a la Historia sino utilizarla para hablar de otras cosas con fondo espadachín, cascos de cepillo y mares embravecidos. Claro que en todo hay grados y formas de hacer. El realizador Akira Kurosawa se quejaba en el rodaje de su gran “Ran” la versión más fascinante jamás filmada sobre “El rey Lear”,  de que los caballos eran unos centímetros más pequeños que los originales de la época en que situaba la acción a saber el medievo japonés. Pero el Sr. Kurosawa era hombre minucioso, pesadilla de sus productores.

Volvamos a nuestros piratas.

Hay dos aspectos de estos personajes “altos en color” que diría un francés que llaman la atención al atento observador. El primero es su sentido del reparto de los bienes. Ya lo escribió   Espronceda en “Canción del Pirata”:

en las presas yo divido

lo cogido por igual,

sólo quiero por riqueza

la belleza sin rival…

Es más que probable que Espronceda hubiera leído a Alexandre Olivier Exquemelin (1646-1717), cirujano y pirata, autor del célebre “Piratas de América” en su traducción española y del que cito textualmente el párrafo que nos interesa, veamos:

“Cuando los piratas han reunido víveres en cantidad suficiente para su travesía vuelven a bordo. Allí cada uno recibe, dos veces al día, tantos alimentos como puede consumir sin ningún límite o medida. Y el capitán no recibe más cantidad o mejor calidad de comida que el último de los grumetes. Una vez pagado el salario del carpintero que ha carenado, reparado o enarcado el casco del navío se estipula por escrito la compensación que recibirán  los heridos o mutilados en el fuego de la acción. De esta manera se decide que la pérdida del brazo derecho valdrá al amputado 600 reales de a ocho(1) o seis esclavos; la pérdida del brazo izquierdo 500 reales o cinco esclavos;  la de un ojo, 100 reales o un esclavo lo mismo por la pérdida del dedo de una mano. En las presas todo es repartido por igual entre la tripulación  y se toma juramento solemne a todos y cada uno de sus miembros de no esconder nada del botín para beneficio propio so pena de ser despojado de sus bienes y excluido del equipaje”.

Es fácil imaginar lo que significa “ser excluido del equipaje” en alta mar.

El segundo aspecto al que quería referirme es a la presencia de mujeres en este mundo fascinante de la piratería y a su estatus de igual a igual con los hombres ya que todas las fuentes históricas hacen pensar que los piratas tenían asumida sin matices la igualdad de género, al menos a bordo.

Los periódicos norteamericanos de principios del siglo XVIII nos hablan de dos piratas consideradas entonces como heroínas en Carolina del Sur. Hablamos de Anne Bonney y Mary Read.

Ambas piratas trabajaron juntas o por separado en función de las circunstancias. Anne Bonney estuvo casada con el capitán pirata John Rackham alias Calico Jack. Una mañana de octubre de 1720 el barco de Calico, fue abordado por la balandra del gobernador de Jamaica. Cuando los marinos del gobernador en número muy superior a los piratas abordaron el barco de Rackham saltando a cubierta y obligando a Calico y sus hombres a retroceder, solo Anne Bonney y Mary Read se mantuvieron firmes, torso descubierto cual Activistas Femmen avant la lettre sable en una mano, machete en la otra haciendo frente al asalto de la armada real.

Ambas piratas fueron capturadas vivas y juzgadas y es aquí donde se pone de manifiesto la catadura moral de estas dos mujeres enfrentadas a una condena a muerte más que probable.

Anna Bonney estaba embarazada y los jueces consideraron dicha circunstancia atenuante dispensándola de la pena capital. Su marido Calico Jack fue condenado a la horca. Antes de la ejecución se autorizó a los dos amantes a verse por última vez. Anne Bonney no perdió el tiempo con lloriqueos inútiles y declaró a Calico:

“siento gran pesar al verte en esta situación pero si hubieses luchado como un hombre no te colgarían como a un perro…”

Mary Read podría haber evitado igual que su amiga y compañera el ser ahorcada ya que los jueces se inclinaban por evitar aplicar la pena capital a una mujer. Sin embargo la ilustre pirata demostró una convicción admirable lo que provocó su pérdida. Reproduzco la conversación entre el juez y la pirata para que el lector juzgue por sí mismo:

El juez:

¿Cómo es que una mujer como usted, hermosa y atractiva, se pone en peligro de ser ahorcada por navegar por esos mares rodeada de piratas?

Mary Read:

No me da miedo la horca en absoluto. Si no existiera la horca cualquier cobarde podría convertirse en pirata y los mares estarían hasta tal punto infectados que los verdaderos bravos se verían condenados a morir de hambre.

El juez la condenó a muerte sin pestañear. Mary Read murió sin embargo en la cárcel antes de su ejecución por causa de unas “fiebres malignas”.

En próximos artículos abordaremos la influencia de la piratería en particular y de la corrupción y el crimen en general en nuestra amada economía, dulce deesa que se venda los ojos.

Mientras tanto te recuerdo amigo lector lo que anuncian los altavoces de los aeropuertos: no pierdas de vista ni tu equipaje ni tu cartera … el mundo está lleno de piratas con medallas y condecoraciones en el pecho y títulos en las paredes de sus mansiones; sus abordajes son silenciosos, sin ruido de sables y siempre por la espalda… ¡Ándate con ojo!

 

Leer más en HomoNoSapiens| A la buena gente no le gusta que uno siga un camino distinto al de ellos


(1) Los reales de a ocho también llamados pesos duros, pesos fuertes o dólares españoles fueron monedas de plata acuñadas por la Monarquía Española en 1497.

(2) Los textos sobre piratas citados en este artículo proceden de las fuentes siguientes: “A History of Piracy»  y “A Pirates Who’s Who” de Philip Gosse. “Seventeenth Century” de Herbert Osgood. “A General History of the Robberies and Murders of the Most Notorious Pirates”  Captain Charles Johnson.

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Jeremiah Johnson

Uno no sabe lo que se puede esperar de alguien que se hace el seppuku y es natural que los lectores de este sensacional Homo Que No Es Sapiens desconfíen de tal sujeto tanto más cuando ya solo es un triste fantasma vagando ad aeternam en el espacio sideral. Descendiente de la rama materna de "tío Donatien", también llamado Marqués de Sade y del que tradujo algunos escritos, amigo espiritual de Goethe al que dedicó sesudos análisis lingüísticos, músico y estudioso del gran Giulio Caccini, Jeremiah Johnson dejó escrito: "quiero que mi obra literaria, musical y plástica sea publicada por la conmovedora Homonosapiens, para que aquellos que humildemente aspiran al conocimiento sientan en sus venas el fulgor del Celeste Cielo Prometido al tiempo que las almas mojigatas, corroídas por la sed de venganza y el odio a la libertad, saboreen una primicia del infierno que les espera, ese lugar donde no cabe la esperanza".

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