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Leer Monográfico Frankenstein

Monográfico Frankenstein: Frankenstein según Kenneth Branagh

Imagen | Iñaki Bellver Es bien conocido que la existencia de Frankenstein de Mary Shelley —ya lo indica la pedante inclusión del nombre de la escritora en el título— se debe al éxito, un par de temporadas atrás, de la película con que Francis Ford Coppola y su guionista James V. Hart pretendieron «dignificar» la novela Drácula de Bram Stoker, rescatando la fuente original, supuestamente «traicionada» hasta entonces por el cine. Ahora en labores de producción, Coppola (principal impulsor del

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Monográfico Frankenstein: Frankenstein, mito universal y símbolo de la condición humana (I)

Imagen | Iñaki Bellver I. Cuentos contando cuentos II. Pero, ¿quién es el monstruo? Perspectivas éticas III. La apertura simbólica de los clásicos y su extraña capacidad para leernos IV. Metáfora del conocimiento prohibido: perspectivas del mito y la tecno-ciencia   I. Cuentos contando cuentos…   De Frankenstein lo primero que me fascina es su intrahistoria: la necesidad que tenemos de hablar, de contar historias, relatos que nos emocionen, que nos cautiven, que nos seduzcan, que nos asusten, que nos

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¿Es posible otra humanidad?

Imagen | Rebeca Madrid A lo largo de la historia, ¿cuántas veces ha soñado el ser humano con adquirir otra humanidad? Y siempre acaba tropezando con la misma piedra, su incorregible humanidad. Es curioso que la acepción dominante del término, en la mayoría de los diccionarios, se refiera a los aspectos más nobles y admirables del ser humano, como su capacidad de ponerse en el lugar del otro, comprender, solidarizarse y ayudar; pero no es menos “humano” declarar la guerra,

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Soledad femenina y paranoia urbana en Polanski

Imagen | Cartel promocional de La semilla del diablo, Paramount Pictures Corporation Dos mujeres jóvenes se enfrentan a la soledad dentro del escenario donde el ser humano contemporáneo sabe que es más fácil sentirse solo: ese organismo gigantesco, poblado de muchas otras soledades, que llamamos ciudad. La primera, condicionada por traumas sexuales de cuyo origen nunca sabremos nada, acabará atrapada en su propio ensimismamiento y, condenada a la locura, matará a aquellos que intenten violar esa opción por la soledad.

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El lector impaciente

Imagen |Iñaki Bellver Imposible. Este lector impaciente no puede aguardar a que la descripción termine. Al fin y al cabo, ¿qué más da si lo que refulgen al sol son las flores del manzano o las del ciruelo, o incluso si no refulge ninguna flor en absoluto? ¿Qué más da si la luz matinal “unta su miel sobre el valle” o no la unta? ¿Importa algo que Alicia, la protagonista, luzca un vestido de lino gris “algo pasado de moda”?

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El lector dormido

Imagen |Rafael Guardiola Como fiera ominosa el sueño bordea su cama, las líneas del libro comienzan a borrarse (también las hojas del sauce, y aquel cisne), el paisaje se oscurece, ya no sabe uno muy bien dónde ha podido caer ese abanico. Y entonces, antes de que el protagonista de la novela doble la vereda del estanque (y recoja el abanico, o se arrodille, o declame), este lector a punto de quedarse dormido deja el libro sobre la mesilla de

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El lector que carraspea antes de cada crimen

Imagen |Iñaki Bellver No puede evitarlo. Es un movimiento involuntario, más allá de la tráquea. No se trata propiamente de una tos: más bien habría que hablar aquí de un carraspeo nervioso. Como el que emite uno para aclararse la garganta cuando, tenso como una pértiga, se dirige a la tribuna. El caso es que el carraspeo siempre se produce, y la escena siempre se interrumpe. Contrariado, el asesino de la novela mira a este lector con malos ojos; hasta