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El valor de elegir: una cuestión de identidad
Hace algún tiempo uno podía afirmar que La Divina comedia, El Quijote, Hamlet o En busca del tiempo perdido, por citar algunos ejemplos, eran mejores que la inmensa mayoría, por no decir todas las obras literarias actuales, y nadie o casi nadie lo ponía en tela de juicio. Desde hace décadas, aproximadamente desde el surgimiento de ese curioso y, a mi entender, pasajero fenómeno denominado la postmodernidad, esa afirmación no sólo no se ha vuelto dudosa, sino también insostenible. Son
Agosto en tu nariz
Aquel mes de agosto te quemaste la nariz, me acuerdo bien porque brillaba, parecía una fiera en llamas que quería salir corriendo de tu cara para vengarse del sol. También recuerdo que no fue un buen verano para los tomates, la cosecha se echó a perder y tu abuelo sintió tanta pena al verlos marchitar que jamás volvió a fumar en pipa. Yo quería ser tu abuelo, me asombraban su constancia y la forma en que se sentaba en
Enoch Soames, el hombre que quiso saber si sería inmortal
¿Cuántos escritores, convencidos de su genialidad pero que solo han conocido el áspero sabor de la falta de reconocimiento, darían su alma por poder viajar al futuro unas pocas horas y comprobar si, pese a los tristes sinsabores del presente, habrán ganado quizás la gloria del mañana? No en vano, todo escritor fracasado siempre tendrá la esperanza de repetir el caso de Kafka, que creyó firmemente que literatura y vida eran una sola cosa, que vio cómo se agostaba
Arte y ciencia en Escher
A excepción de en algunos genios como Leonardo da Vinci (1452-1519), tradicionalmente arte y ciencia se han contrapuesto como espacios sin vasos comunicantes, como si la imaginación del arte fuera incompatible con la lógica precisa de las ciencias. La hipnótica y cautivadora obra de Maurits Cornelis Escher (Países Bajos, 1898-1972) pone en tela de juicio esta creencia tan arraigada como infundada. Ambas disciplinas humanas requieren tanto de la imaginación como de las lógicas, en una palabra, de creatividad, si bien
Algunas frases memorables del cine
La historia del cine está repleta de frases que se han hecho míticas; incluso de frases míticas que nunca existieron: el famoso «Play It Again, Sam» (Tócala otra vez, Sam) que Rick (Humphrey Bogart) le suelta a su fiel pianista en Casablanca, desesperado por haber vuelto a encontrar, prometida con otro hombre, a la mujer que lo abandonó y a la que no ha dejado de amar, nunca se pronuncia de esta forma, por mucho que la vox populi
De muros y paradojas
Imagen |Rebeca Madrid Los muros se construyen cuando las leyes fallan. Son la respuesta natural cuando la realidad supera la ficción de nuestro sistema político: cuando la normativa que permite la entrada legal de extranjeros a un país se enfrenta a los flujos migratorios efectivos; cuando las organizaciones encargadas de mantener la seguridad (consagrada en las leyes democráticas) de nuestra sociedad no logran detener a aquellos que quieren destruir los principios que la cimentan. No parece que en ninguno de
«Gala, mi Narciso»
El 24 de enero de 2017 se cumplían 28 años desde la muerte de Salvador Dalí en Figueras. Pocos años parecen para quienes no lo conocimos en vida, porque ya se ha historizado tanto su figura que casi parece encontrarse a años luz. Dalí es el máximo representante del surrealismo, junto a Bretón, creador del manifiesto surrealista. Basándose en el mundo onírico y los conocimientos del psicoanálisis de Freud, el surrealismo surge dentro de la vanguardia europea como otra vía de