El 14 de abril de 1931 supuso para España, pero sobre todo para su sistema educativo, toda una revolución. Ese día se proclamó la Segunda República Española, régimen político democrático truncado con el inicio de la Guerra Civil que dio paso a la dictadura franquista.
Uno de los cambios más evidentes en la sociedad de la segunda república fue el que dieron las mujeres. A pesar de que en España no hubo un movimiento feminista como tal, ya a finales del siglo XIX cierto sector femenino intelectual había comenzado a impulsar el avance reivindicando el derecho al trabajo y la educación. Mientras una sociedad atrasada y la influencia de la Iglesia Católica las mantenía en su papel tradicional en el hogar, en los ámbitos urbanos comenzaban los cambios, que se hicieron evidentes con la Segunda República.
Se les abrieron las puertas a la vida laboral, aunque muy poco a poco y sólo en determinados sectores, reconociéndose así de forma taxativa su capacidad civil. Y se estableció su derecho al voto, subrayando que su opinión era necesaria y digna de consideración.
Como dijo Clara Campoamor, política española defensora de los derechos de la mujer y principal impulsora del sufragio femenino en España, las mujeres eran la otra mitad necesaria para el funcionamiento de la república. Y uno de los principales lugares de encuentro para las mujeres que querían aprender y participar en la vida laboral fue la Residencia de Señoritas dirigida por la pedagoga María de Maeztu, donde se fomentó la enseñanza universitaria para mujeres en España.
Cierto es que no cualquiera podía acceder a la Residencia, eran las mujeres con posibilidades económicas y una posición social elevada las que recibían formación allí. Pero en este centro se formó a muchas mujeres y futuras maestras revolucionarias, revolucionarias porque su valentía y su tesón llevaron a muchísimos lugares abandonados de España las ideas socialistas y evolucionadas de la Institución Libre de Enseñanza, dirigida por aquel entonces por Manuel Bartolomé Cossío.
La Institución Libre de Enseñanza fue fundada en 1876 por un grupo de catedráticos, entre los que se encontraban Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón, que fueron expulsados de la universidad por defender la libertad de cátedra y negarse a enseñar bajo los dogmas religiosos, políticos y morales oficiales.
Los valores principales de este nuevo modelo educativo de la escuela pública y democrática se basaban en la ideología del partido socialista y en la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza. Y no eran otros que fomentar la creatividad con clases más prácticas, contenidos adaptados a la realidad, respetar las ideas del entorno sin adoctrinar, fomentar la igualdad, la ciudadanía y la paz, y preparar a los niños y a las niñas para el futuro laboral.
Uno de los principales cambios que se produjeron con este nuevo modelo fue el de la educación mixta, por primera vez maestros y maestras enseñaban juntos a ambos sexos e incluso llegó a haber mujeres dirigiendo a los demás maestros.
Además de llevar a las escuelas las ideas socialistas de igualdad y derechos, quisieron hacerlas llegar a todos los pueblos de España, un propósito complicado si tenemos en cuenta lo que suponía por aquel entonces que una mujer republicana y moderna que vestía sin corsés ni ataduras, llevaba el pelo corto, se maquillaba e incluso fumaba en público, entrase en las aulas para enseñar a sus hijos e hijas.
Muchas de estas mujeres se vieron asediadas por aquellos que no estaban de acuerdo con su presencia y tuvieron que hacer frente a problemáticas y maltratos por cumplir las leyes republicanas, como quitar los crucifijos de las aulas. A pesar de ello, siguieron adelante y no sólo enseñaron a los pequeños, sino que quisieron educar a los adultos, en especial a las mujeres.
Estas misiones pedagógicas comenzaron en 1881 cuando Giner de los Ríos y Cossío solicitaron al ministro de fomento del primer Gobierno de Sagasta, Luis Albareda, la creación de misiones ambulantes que acercasen el conocimiento y la cultura a los entornos rurales. Figuras de la cultura como Lorca llevaron mediante estas misiones sus obras a estos pueblos, que por alejados del movimiento socio-político de las ciudades, no tenían otro modo de avanzar. El Gobierno provisional de la segunda República entendió la necesidad de retomar las misiones pedagógicas e impulsó de nuevo la llegada del conocimiento de la mano de las maestras y los maestros a las zonas rurales y menos desarrolladas de España.
Lamentablemente todos estos avances vieron comprometido y finalizado su desarrollo debido a los acontecimientos que revisaremos en el próximo artículo.
Fuente | Institución libre de enseñanza, Maestras, Misiones pedagógicas
Mas información | Maestras de la República