El lector perezoso

El lector perezoso

Imagen| Alicia Fernández

 

Muellemente recostado sobre el sofá, con la manta reposando sobre su cuerpo que reposa sobre el sofá,  este lector perezoso no se decide a levantarse. El libro queda lejos, allá sobre la mesilla de noche, más o menos al otro lado del globo, en Auckland o por ahí. La manta es suave, y se pega a su cuerpo como el cuerpo de una mujer. No duerme el lector, aunque hace rato que bordea el sueño. Y, sin embargo, en algún lugar dentro de sí ha surgido una voz imperiosa que le dice: incorpórate, acércate al dormitorio, toma el libro que hay sobre la mesilla de noche y ponte a leer. ¿Quién pronuncia esa sentencia que, de ser cumplida, le obligaría a salir de su marasmo? Tan compenetrado se encuentra ahora con la manta (al norte) y con el sofá (allá por el sur) que le cuesta trabajo distinguir dónde acaban los dominios de éstos y dónde comienzan los suyos. Con el dorso de la mano roza un borde de la manta, y es como si palpara su propio brazo. Las fibras del sofá propagan ondas de suavidad por el estanque en calma de su tierna epidermis.

Pero la voz no se calla. ¿No sería posible, entonces, dividir en pequeños segmentos aquel acto al que la sentencia le obliga? La mesilla de noche está lejos, es cierto; pero antes de Auckland está, por ejemplo, Singapur. Y antes de la puerta del dormitorio se encuentra Bombay. El lector se acuerda del viejo Zenón. ¿Por qué no imaginar cuál sería la distancia a recorrer hasta llegar a la mitad del camino que separa el sofá de la mesilla de noche? Eso sería más llevadero. Y mucho más si calcula la mitad de esa distancia, que queda cerca de la cocina. Y la mitad de esa mitad, que ha entrado ya por el salón. La siguiente mitad le roza los pies. Sigue dividiendo hasta que concluye que tiene que mover la mano y levantar el borde de la manta donde se refugia.  ¡Oh, pero antes tiene que pensar en que quiere mover la mano! ¡Y antes de eso tiene que pensar en que tiene que pensar que quiere mover la mano! ¡Y antes… !

Pero antes de todo eso este lector perezoso se ha quedado dormido.


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Categories: Lectores, Leer

About Author

José Zafra Castro

José Zafra Castro (Córdoba, 1962) se licenció en Filosofía por la Universidad de Granada con plena conciencia de que sus actitudes pedagógicas se aproximaban a cero. Así que se hizo funcionario y aprendió –parafraseando a Machado– a filosofar a solas con el hombre que siempre va con él. En sus ratos libres se adentró en el campo de la literatura infantil, donde ha publicado tres libros: “Historias de Sergio” (1996), premio Lazarillo de 1995; “El Palacio de Papel” (1998); y “Cuentos de cuando yo era” (2002), finalista del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en su edición de 2003. Actualmente castiga a sus paisanos con artículos de opinión en la prensa local. Lo que nunca ha hecho en todos estos años ha sido dejar de escribir.

Comments

  1. Granpepe
    Granpepe 3 diciembre, 2017, 12:16

    El perezoso, a secas.

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