Compromiso frente a la hipocresía. Monográfico Realidad y Apariencia

Compromiso frente a la hipocresía. Monográfico Realidad y Apariencia

Imagen |Rafael Guardiola

Cuando contemplo el mar y miro hacia el horizonte, aparece una imagen en la que el cielo y el mar se funden en una misma y única realidad, ¿o no es real, es apariencia? ¿Es verdadera o es falsa esa percepción? La objetividad muestra una cosa y la subjetividad dice otra. En este caso se trata de una visión sin mayores consecuencias; el problema surge cuando aparecen en otras posibles realidades o apariencias eso que llamamos intereses creados o intereses intencionados.

Hace unos días, se celebró algo así como el día de la emigración. Estuve presente en un acto de entrega de premios a personas y organizaciones destacadas por su labor y su servicio a acoger y socorrer a las personas migrantes. Emotivo acto, sí, pero cargado de palabras que transmitían, unas, credibilidad en su contenido, otras, presentaban serias dudas de esa credibilidad. Y todas esas palabras, todas, se referían al tema que ese día se celebraba. Es como si la realidad y la apariencia quisieran fundirse como ese horizonte del mar. Una realidad de serio y solidario compromiso humano con las personas, luchando por mantener viva la esperanza de seguir salvando vidas, o acogiéndolas con verdadero sentido de humanidad, a pesar de las dificultades, frente a una apariencia de intenciones que trata de confundir con arengas políticas de compromiso, cuyos efectos, en realidad, se diluyen en el tiempo y la inacción, el vacío y la justificación.

Un asunto tan importante como es la vida de las personas, no debe ser motivo de manipulación ni de ocultamiento de intereses ajenos a esas vidas. La vida es lo que de verdad tiene valor, no los intereses. Sin embargo, se juega con la ambigüedad, tratando de aparentar un auténtico compromiso con la realidad de los hechos. Ahí tenemos a millones de seres humanos desplazados y emigrados que asumen graves riesgos de perder su vida, también dejan atrás, no sólo sus bienes materiales, sino todo lo que representa su historia y su cultura. Mientras que organizaciones  humanas tratan de auxiliar a este movimiento migratorio, a veces afrontando también sus propios riesgos, los entes políticos mundiales discuten, cuestionan, legislan…, limitando la eficacia de sus decisiones políticas, que no humanas, manejando cifras, estadísticas, reparto de personas, cuando no, colocando barreras en forma de muros, alambradas y cuchillas, también violencia física. Y a todo este macabro mapa de opciones políticas, se une la expresión de voluntades que tratan de justificarlas con bonitas palabras, queriendo confundir a la opinión pública. Aquí, una triste realidad quiere fundirse con una aparente voluntad. ¿Es de condición humana mostrar esta actitud de engaño y mantener una tranquilidad de conciencia? Lo real y lo aparente. Triste condición humana.

Lo lamentable de esta situación, donde lo real y lo aparente, como el bien y el mal, caminan cogidos de la mano, es que los flujos migratorios continúan y seguirán produciéndose, porque la historia de la humanidad, desde siempre, así lo atestigua. Es un fenómeno que ha dado forma a lo que hoy es el mundo que tenemos. Y mientras que las respuestas políticas sigan siendo las que vemos y no se tome conciencia de cómo debe ser el compromiso que haga posible afrontar esta realidad humana, se seguirá justificando lo inhumano, se seguirá viviendo en un terreno hipócrita, se seguirán escuchando esos discursos brillantes, pero que no tienen luz propia, sino la que ocultan esos intereses que tienen una definición concreta y un rostro concreto.

La presencia de otra parte de esa humanidad que quiere mostrar una respuesta más coherente, sin esa falacia de ocultamientos y justificaciones, también seguirá su labor solidaria tratando de ofrecer ese calor humano con una conciencia de dignidad y respeto por la vida. Desde esa libertad de compromiso, las respuestas que se den no deben confundirse, ni por parte de las organizaciones humanitarias ni del lado de la política. O se apuesta por aplicar con coherencia y honestidad los Derechos Humanos, que son derechos universales, o se sigue jugando con las vidas humanas. Ahora, que cada cual diga dónde está lo real y dónde lo aparente.

 

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José Olivero Palomeque

Creo que la palabra es el medio de comunicación que puede unir a las personas, tanto para lo bueno como para lo malo, ¡pero es la palabra, el lenguaje, lo que nos identifica como seres humanos! El hecho de transmitir vivencias que después se conviertan en experiencias a través de la palabra escrita, nos puede ayudar a humanizar más nuestro mundo relacional, a transformar nuestro entorno a través de la sensibilidad para entender la realidad humana y dar lo mejor de sí mismo. Esa idea persigo y comunico con los libros, artículos, ensayos, reflexiones...que escribo y me publican, aunque la utopía esté ahí presente; pero...¡sin utopía la vida se estanca! Porque lo que sigue es el compromiso solidario con esa realidad humana que queremos cambiar.

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