NUEVA NORMALIDAD

NUEVA NORMALIDAD

Imagen| Rafael Guardiola

“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas,

de pronto, cambiaron todas las preguntas”.

Mario Benedetti

En la película El Círculo, dirigida por James Ponsoldt y protagonizada por Tom Hanks y Enma Watson, Mae Holland es contratada para trabajar en la empresa de Internet más influyente del mundo. A través de un innovador sistema operativo, la empresa el Círculo unifica direcciones de e-mail, perfiles de redes sociales, operaciones bancarias y contraseñas de usuarios dando lugar a una identidad virtual y “veraz” en pos de una nueva era (de una nueva realidad, de una nueva normalidad) caracterizada por la transparencia, con el fin de preservar nuestra seguridad. Muchos de los aspectos que aborda la película están en sintonía con la última obra del economista español Santiago Niño Becerra Capitalismo 1679-2065. Una aproximación al sistema económico que ha producido más prosperidad y desigualdad en el mundo (Barcelona, Ariel, 2020). El catedrático de Estructura Económica de la IQS School of Management (Universidad Ramon Llull) es considerado por muchos el “profeta” de la crisis. En el año 2006 predijo en su libro El Crash del 2010. Toda la verdad sobre la crisis[i] que se avecinaba un colapso económico inevitable parecido al que se produjo en el crack del 29 como consecuencia de una agotamiento en la capacidad de endeudamiento. De hecho, el autor habla de un segundo crack y aunque lo tacharon de “alarmista”, el tiempo le ha dado la razón. Es un investigador que, hablando vulgarmente, se moja, argumentando y justificando sus afirmaciones.

Su último libro traza un completo eje cronológico acerca de la evolución de los principales acontecimientos económicos desde el siglo XVII. También ofrece una acertada selección de declaraciones de destacados protagonistas del momento histórico correspondiente como hilo conductor. El autor las analiza y comenta con detalle revelando con ello un profundo conocimiento de la historia económica. ¿Se puede hablar de la existencia de un determinismo histórico, dado que las personas no parecen contar en esta evolución del sistema capitalista? O, por el contrario, ¿hay una responsabilidad de grupos o de clases? Estamos asistiendo al fin del sistema capitalista tal y como lo conocemos: es una cuestión de evolución, al igual que sucedió con el  sistema feudal, el mercantilista o el fisiocrático. Comparto la idea de Santiago Niño Becerra de que la dinámica histórica tenderá a lo más sencillo y lo más lógico, al igual que sucedió en el caso del feudalismo. Es una manera amena y pedagógica de enfocar el libro ya que se aproxima en cierto sentido al «método socrático” pero en vez de preguntas y respuestas éste está basado en frases de personajes destacados relacionadas con el tema que aborda el capítulo del libro.

En cualquier caso, ¿en qué consiste y qué nos va a traer esta “Nueva Normalidad”? Estamos ante un cambio civilizatorio e incluso un cambio de era. Para algunos, se trata de la Cuarta Revolución Industrial, fruto de la unión de tecnologías digitales –particularmente, la IA y las redes de sistemas inteligentes-, la robótica, el internet de las cosas, las tecnologías de nuevos materiales, la nanotecnología y las biotecnologías. Esta revolución, a juicio de importantes analistas, ha comenzado ya y, como plantea el profesor Antonio Diéguez en un artículo publicado en The Conversation,“el reto que tenemos ante nosotros no es tanto el que puedan presentar las innovaciones tecnológicas como tales, sino el que plantea la propia gobernanza de lo digital”.[ii] ¿Podemos hablar de Inteligencia Artificial General (IAG)? ¿Tendremos máquinas superinteligentes que tomarán el control de todo el planeta o seremos capaces de controlarlas nosotros? Surgirán nuevos modelos de gestión de los negocios y estos tendrán un soporte digital. La tecnificación y las innovaciones tecnológicas transformarán la manera de trabajar, de producir, así como las estructuras económicas. Hay un cambio evidente en el modelo, en la manera de hacer las cosas. Así, por ejemplo, Vinton Cerf, uno de los padres de Internet, reflexionando sobre las posibilidades educativas de la red, subraya el concepto de aprender haciendo. “Intentar hacer algo es mucho más importante que oir como se hace, en clara alusión a la tradicional “clase magistral”.[iii] Se tecnificará el gobierno de las cosas (Internet de las Cosas, IoT), con un mayor peso de la Inteligencia Artificial (IA), del algoritmo, en la toma de decisiones clave. El paso de la sociedad industrial a la sociedad de la información se ha realizado tan sólo en una generación. Con la revolución tecnológica, y concretamente con la revolución de la comunicación, vivimos en un mundo globalizado. Una globalización que ha creado Occidente pero que en gran medida está definiendo (o redefiniendo) Oriente. Tal vez estemos asistiendo a la consumación de este proceso con la crisis de la Covid-19.

Dejando atrás los años “gloriosos” del capitalismo (1945-1973), la revolución tecnológica ha determinado el carácter global de la economía, dentro de un sistema neoliberal en el que la economía financiera tiene vida propia y no es controlada.  Y esta falta de control por parte de las instituciones de la economía financiera y el desfase entre esta y la economía real fue la que produjo la implosión del sistema financiero en el año 2008 a partir de la caída de Lehman Brothers. En cualquier caso, las herramientas de hace treinta años ya no nos sirven. Se hace necesario un proceso de reindustrialización del país, cambiar el modelo productivo. Cabe preguntarse entonces, ¿cuáles son las funciones económicas y sociales más importantes?

 Con el actual sistema económico-financiero hemos asistido a un desprestigio de la economía real y, consiguientemente, de su concepto de trabajo. Según el World Economic Forum un 29% del trabajo se hace actualmente con máquinas, y predice que en 2025 este porcentaje subirá hasta el 52%. Las transformaciones tecnológicas llevarán a automatizar gran parte de las actividades que hoy desarrollan los humanos y tendrán un impacto decisivo en las capacidades profesionales, competencias y roles laborales que estarán disponibles en el futuro, en un mercado laboral en constante transformación. Se impone, por tanto, el replanteamiento del concepto tradicional de trabajo” y una oportunidad para preguntarnos qué tipo de actividades, dentro de un nuevo sistema económico, contribuyen al bien común y resultan imprescindibles.

En el sistema capitalista el trabajador intercambia su fuerza de trabajo como mercancía y ésta es vendida en el mercado de trabajo. Como afirma el economista Juan Torres:Somos una civilización basada en la compra y venta del trabajo, se supone que el trabajo es nuestra gran riqueza, y efectivamente la mayoría de la gente obtiene sus ingresos del trabajo. Pero no necesariamente da la felicidad. El ingreso se asocia al trabajo, pero al trabajo remunerado, porque una mujer trabaja para su familia y no se considera trabajo, se dice que es inactiva. La polémica de la renta básica tiene que ver con una concepción civilizatoria de nuestro mundo: ¿vamos a seguir entendiendo como trabajo, como valioso, como economía, solo lo que tiene que ver con lo monetario?[iv]. Lo cierto es que no va a haber trabajo para todo el mundo y estamos asistiendo al fin de la figura del trabajador asalariado con un contrato fijo, para siempre. La oferta de trabajo es muy superior a la demanda, es decir, no habrá trabajo para todos, y el factor trabajo como consecuencia de la automatización y la robotización va a dejar de ser importante en la aportación de PIB. Pienso, con Santiago Niño Becerra, que la ausencia de factor trabajo va a desembocar en el subempleo o empleo en condiciones precarias. Una de las alternativas que plantea Santiago Niño es la generalización de los minijobs o trabajos a tiempo parcial, así como la adopción de la Renta Básica Universal. Conviene recordar, en este punto, que la idea de proporcionar a la gente un ingreso mínimo no es patrimonio de las políticas de izquierda, ya que ha estado presente también en el pensamiento religioso e incluso en el pensamiento liberal de Friedrich Hayek o Milton Friedman. Por el contrario, el pensamiento marxista se ha opuesto tradicionalmente a la implantación de rentas universales considerando que la persona que aportase con su trabajo a la sociedad era la única que tenía el derecho de recibir los medios para satisfacer sus necesidades. Y no hay que olvidar que el Estado del bienestar con las políticas de protección social ya no es viable al haber sido eliminado el factor trabajo. El Voluntariado, junto con la Renta básica Universal (el denominado Tercer Sector), va a tener también una importancia decisiva en este cambio de paradigma. 

¿El fin del sistema capitalista se aproxima más al universo orweliano de 1984 o a la atmósfera que se respira en la obra de Aldoux Huxley Un mundo Feliz, o a la sociedad democrática que hemos conocido hasta ahora? El capitalismo está llevando a cabo su propia Revolución Francesa. Para Mauro Guillén, profesor de la escuela de negocios Wharton, “el tema de la clase media es clave. Es el elemento central y es la columna vertebral de un sistema como el actual, en el que el 70% del PIB es consumo. Y lo es también en clave política: si ahora tenemos populismos en Europa y en EE UU es porque la clase media está estancada o encogiéndose y porque las perspectivas de los hijos son peores que las de sus padres. En el mundo emergente, en cambio, las clases medias están en una situación muy diferente: crecen en número de gente, porque cada vez más personas salen de la pobreza, y en ingresos medios. Es un tsunami. Los últimos 80 años el mercado estadounidense ha sido el mayor del mundo precisamente por el tamaño de su clase media, pero eso toca a su fin.”[v]

El concepto de eficiencia ha variado, al igual que se han producido y se van a producir cambios en conceptos tales como el de libertad o el de justicia. Es probable que los miembros de la Generación T (2008-2025) admitirán ser manipulados renunciando a su libertad en favor de una supuesta preservación de su seguridad. ¿Seremos capaces de asumir y asimilar estos cambios? Asimismo, estamos asistiendo a un mayor protagonismo de las grandes corporaciones en detrimento del papel que han ido ejerciendo los Estados. Muchas competencias atribuidas al Estado van a ser asimiladas por la empresa privada generando oligopolios, es decir, la acumulación competitiva de capital. Se privatizan los beneficios pero se socializan los costes. Conviene destacar, en este sentido, que muchas empresas tienen un nivel de beneficios mayor que el PIB de muchos países.

 En Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776) Adam Smith sostiene que es el mercado el que detecta por sí mismo lo que necesita y la manera de proporcionarlo del modo más eficiente. No obstante, aunque una de las causas de la riqueza es la división del trabajo, se olvida, con frecuencia, que ésta se tenía que producir en unas condiciones de libertad e igualdad. En caso contrario, convertirá a los humanos en unas «criaturas estúpidas e ignorantes». Esta libertad de los mercados desposeída de ese marco de igualdad y con restricciones externas es el tipo de capitalismo que nos han vendido, acercándose más a las tesis mercantilistas que al propio concepto liberal en su vertiente económica. La «mano invisible» de la que hablaba A. Smith, en donde la libre competencia garantizaba la honestidad de todos, ya no es tan invisible: tiene nombres y apellidos (las grandes corporaciones) y en esta sociedad los grandes capitalistas gozan de poder político para aprobar leyes que establecen subsidios y tarifas proteccionistas para garantizar sus altos beneficios y sus intereses particulares. Es el caldo de cultivo para el monopolio, en este caso del oligopolio que es la tendencia natural del sistema capitalista (lo que se trataba de evitar a toda costa).

¿Y qué decir del papel de China como potencia hegemónica? Observamos, con cierta perplejidad, cómo Estados Unidos y Reino Unido, los dos países que han definido nuestra globalización y nuestro sistema económico se retiran del mando. Nadie puede parar el binomio “demografía y crecimiento económico”. En este nuevo escenario también destacarán países emergentes con enormes contrastes pero con una clase clase media aún por desarrollar como India o la zona del África subsahariana. ¿Estamos condenados a renunciar a la libertad?

La revolución tecnológica ha alumbrado, con el fin del sistema capitalista tradicional, un cambio de era. Y como no habrá trabajo para todos[vi], tendremos que asimilar la alternancia de trabajos a tiempo parcial (minijobs) y el establecimiento de la Renta Básica Universal, como consecuencia de la ausencia de políticas de protección social. ¿Seremos capaces de enfocar esta revolución tecnológica y digital desde, por y para el hombre y no sólo para la obtención del beneficio? ¿Será posible producir sólo lo necesario sin poner en peligro la vida del planeta? Es más necesario que nunca que actuemos de modo local y pensemos globalmente, haciendo un uso generoso de las herramientas del siglo XXI, dejando de lado el individualismo grabado a fuego en el ADN del sistema capitalista y dando paso a una economía colaborativa.

Leer más en HomoNoSapiens| ¿Game over?


[i] Niño Becerra, S.; El Crash del 2010. Toda la verdad sobre la crisis, Los libros del lince, 2009.

[ii] https://theconversation.com/en-el-control-de-la-inteligencia-artificial-nos-jugamos-el-futuro-157019

[iii] https://youtu.be/yJ8tU8J3Up4

[iv] https://www.infolibre.es/noticias/cultura/2019/02/23/juan_torres_lopez_renta_basica_92204_1026.html

[v] https://elpais.com/economia/2021-04-04/mauro-guillen-quien-quiera-ver-el-futuro-del-mundo-tiene-que-viajar-a-africa.html

[vi] Jeremy Rifkin prevé que menos de un cinco por ciento de la población producirá los bienes y servicios que consuma el resto, así que no necesitamos una fuerza laboral masiva. Jeremy Rifkin. Human 2001. III Congreso Nacional de Recursos Humanos y Capital Intelectual. Madrid, 20-21 de marzo de 2001.

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About Author

Juan Tamargo

Juan Andrés Tamargo Blanco es Licenciado en Geografía e Historia (Especialidad: Historia Moderna) y Tercer Ciclo (Doctorado) en la misma especialidad por la Universidad de Málaga. Intenta aportar su granito de arena en una sociedad cada vez más deshumanizada compaginando la investigación y la escritura junto con otra de sus pasiones: la Moda, actividad que lleva desempeñando como vendedor en el área de Confección de Juventud y Caballero en El Corte Inglés durante quince años.

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